"Días perfectos" o el misterio de la felicidad de un hombre según el director Wim Wenders
A los 78 años, regresa en pleno esplendor. No es que haya hecho una pausa en su prolífica carrera y ahora esté volviendo a la acción, sino que su última película marca un regreso en su mejor forma. Este cineasta es responsable de títulos inolvidables como "París, Texas", "Las alas del deseo" y "El amigo americano", entre otros más.
Por Hugo F. Sánchez08-02-2024 | 19:32
Wim Wenders está de regreso y no porque el cineasta haya hecho un alto en su prolífica carrera y ahora vuelva al ruedo, sino porque su última película, "Días perfectos", es el retorno en su mejor forma del responsable de títulos inolvidables como "París, Texas", "Las alas del deseo", "El amigo americano" y "Alicia en las ciudades".
El filme, que formó parte de la Competencia Oficial de la última edición del Festival de Cannes y este jueves se estrena en Argentina y luego se verá en la plataforma Mubi, tiene en el centro de la historia a Hirayama (Koji Yakusho, que se alzó con el premio al Mejor Actor en el certamen francés), un solitario hombre maduro que trabaja limpiando los baños en el centro de Tokio, con rutinas bien definidas y aparentemente, satisfecho con su presente.
Irayama se despierta y con unos pocos movimientos precisos dobla la colchoneta y el cobertor con el que se tapó, luego se dirige al baño, se lava los dientes, recorta su bigote, se viste con el mameluco de la empresa en donde trabaja, sale de su vivienda, mira al cielo con evidente satisfacción, compra un café helado en la máquina del callejón donde vive, se sube a su pequeño utilitario, pone algún casette de música occidental de rock o pop de los sesenta u ochenta e inicia el camino hacia su jornada laboral.
Con pequeñas variaciones, la escena se repite para mostrar los hábitos del protagonista, que además de trabajar, escucha temas de Lou Reed, The Aimals, Patti Smith, The Kinks y Nina Simone; compra y lee libros usados de William Faulkner, Patricia Highsmith y de la japonesa Aya Koda; e invariablemente, a la hora del almuerzo, saca fotos analógicas tratando de captar la luz que se filtra entre los árboles.