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ECONOMIA

28 de septiembre de 2023

"La fuga de capitales implica la pérdida de recursos que podrían contribuir a la creación de riqueza y empleo"

El economista y experto en investigación ha reunido en un libro publicado por la Imprenta del Congreso una serie de ensayos que abordan la transferencia de fondos al extranjero y su impacto en el endeudamiento y los desafíos económicos del país.

Por Eva Marabotto
Ricardo Aronskind.

La salida de fondos al exterior en un contexto de crisis económica y un Banco Central necesitado de dólares es un tema que preocupa tanto a los expertos como a la gente común. Suele convertirse en tendencia en redes y tema de conversación de programas televisivos y mesas de café. Para arrojar luz sobre el tema desde el ámbito académico la Imprenta del Congreso de la Nación, en el marco de su colección Debates actuales, acaba de publicar el libro “Fuga de capitales”. 

El texto, que puede descargarse de modo gratuito y libre en la

página de la editorial

 enfoca esta práctica creciente en la economía argentina y en la global, que en términos de la economía del desarrollo implica que el país no pueda disponer en función de su propio progreso de una parte relevante de la riqueza que genera.

“Fuga de capitales” es una compilación de Ricardo Aronskind, economista y magister en Relaciones Internacionales, investigador y docente, que indaga en las características de este fenómeno, sus antecedentes históricos y su incidencia en las cuentas argentinas y latinoamericanas.

En el primer trabajo Aronskind escribe sobre la fuga de capitales, y sus causas globales y locales. Por su parte, Noemí Brenta indaga en la relación existente entre el FMI y la salida de fondos en la Argentina; Katiuska King sobre la incidencia de este mecanismo  y los flujos financieros ilícitos en América Latina; Alberto Müller, sobre el comercio exterior, la brecha cambiaria y esta práctica  y  Magdalena Rua y Guillermo Wierzba, sobre su repetición en el contexto de neoliberalismo.
El compilador y autor del primer ensayo, Ricardo Aronskind conversó con Télam 

-En los ambientes político y económico suele culparse a la fuga de capitales de la mayoría de los males de la Argentina, ¿cuál es la verdadera incidencia de esta práctica en la economía argentina?

-La fuga de capitales significa una constante salida de recursos que se podrían invertir, generar riqueza, empleo y oportunidades de progreso. Son fondos que se van del circuito productivo local, y que en muchos casos van a parar a otras regiones del mundo, ocultos de los sistemas impositivos. Desde el punto de vista del desarrollo, es un gran despilfarro de recursos. Si la fuga constante que padecemos hace décadas no hubiera existido, la economía argentina sería mucho más grande, y ciertos problemas de crecimiento económico, de falta de recursos en el estado, de falta de infraestructura social o de bajos salarios serían mucho menores.

Fuga de capitales.

-Uno de los trabajos reflexiona sobre la denominación de “paraísos fiscales”, a los territorios donde llegan esos capitales en lugar de “guaridas”. ¿Esa elección lingüística  influye en la legitimación de la práctica?

-Claro. El término correcto para denominar a los lugares situados en varias localidades del planeta, cuya función es canalizar dineros no declarados ante los fiscos de todos los países con el objetivo de eludir el pago de impuestos, es “guarida fiscal”.

También estacionan ahí dineros del narcotráfico y otras actividades delictivas internacionales. Por una mala traducción del inglés al castellano, se puso de moda “paraíso fiscal”, lo que les da a estos lugares una connotación simpática, casi inmaculada, cuando es todo lo contrario.

No deberían estar permitidos, porque los Estados, en todas partes, necesitan que esos fondos paguen los impuestos correspondientes –los que paga todo el mundo- para mejorar las condiciones de vida de la sociedad. Esa situación se vio muy clara en la última crisis mundial del 2008, cuando en la reunión del G-20, en medio de una grave crisis económica, se reclamó que esos lugares dejaran de funcionar, porque los países necesitaban recursos para poder sacar adelante sus economías, mientras que los capitales en las guaridas hacían falta para superar esa gravísima situación.


-En términos jurídicos, ¿tiene la Argentina instrumentos legales para controlar esa práctica?

-La respuesta no es sencilla. Mucho de los fondos fugados no están registrados en la economía formal, con lo cual un primer paso importante, sería el combate contra la economía “en negro”, que lamentablemente es aún muy significativa. Después el Estado debería tener un control más riguroso sobre la banca, y en especial la banca extranjera, que ofrece servicios de fuga de capitales a los agentes económicos locales que quieren realizar estas operaciones.

Otro elemento que debería atacarse es la inestabilidad cambiaria, que lleva a ahorrar en divisas en el mercado local. Esas divisas quedan afuera del circuito productivo, sin generar ninguna actividad de provecho social. En general diríamos que faltan instrumentos legales para abordar el fenómeno en toda su amplitud, pero sobre todo que falta autoridad estatal para poner orden en prácticas asentadas en un cuadro de descontrol e impunidad.


- ¿Cuáles son las causas globales de la fuga de capitales?

-En términos globales, la explicación de este fenómeno que no es exclusivamente argentino, o latinoamericano, es la financiarización de la economía mundial desde los años ´80 del siglo pasado. Lo que ha ocurrido es que se han multiplicado extraordinariamente los negocios financieros, para lo cual los países centrales, encabezados por Estado Unidos, han conformado un entramado mundial de economías interconectadas para facilitar el desplazamiento instantáneo de grandes masas de capitales líquidos, en búsqueda de las máximas rentabilidades posibles en el corto plazo. Para este tipo de actividades, la rentabilidad más alta se encuentra en las economías más volátiles, es decir en la periferia del sistema, y los lugares más seguros están en los países centrales, aun cuando allí la rentabilidad disminuye significativamente. Por eso observamos constantemente ese movimiento de entrada y salida de fondos de países como la Argentina.


- ¿Las políticas del FMI favorecen esta práctica?

-Si bien el FMI formalmente no avala estas prácticas, todas las presiones que realiza sobre los países endeudados, que tienden a liberalizar la economía, a reducir las capacidades de control estatales y a debilitar en general las posibilidades de control del sistema, tienden objetivamente a crear mejores condiciones de impunidad para esta práctica privada.

Hay que recordar que los países centrales, en los cuales están radicados los mayores mercados financieros, como Wall Street en Estados Unidos y la City de Londres, se han opuesto sistemáticamente a todo tipo de regulaciones y controles sobre los movimientos del capital financiero global, algo que economistas y analistas responsables vienen reclamando hace décadas. El FMI forma parte de ese contexto que impide el control de la fuga.


- El libro revela que las primeras políticas que favorecieron la fuga de capitales en la Argentina llegaron con la dictadura en la gestión de Martinez de Hoz y no fueron modificadas todavía...

-Si. El primer gran paso se dio con la Reforma Financiera de 1977, que creó las bases para el descontrol completo de los movimientos de fondos entre Argentina y el resto del mundo. Si bien algunas cuestiones se “emparcharon” a lo largo del tiempo, con cada nuevo experimento neoliberal, como en el menemismo o el macrismo, se renovaron las liberalizaciones plenas que favorecen la fuga. Pero también debe decirse que los gobiernos que no convalidan esas prácticas no tuvieron la capacidad o la decisión de profundizar todas las medidas necesarias para minimizar el fenómeno.


-¿Hay alguna relación entre la fuga de capitales y el crecimiento del endeudamiento externo?

-Muchas veces se la ha explicado a la población argentina que el país toma deuda externa, porque no cuenta con recursos propios para, por ejemplo, hacer infraestructura, construir viviendas, o realizar inversiones productivas. De esa forma se justifica el endeudamiento externo. Pero no es cierto. El país cuenta con recursos propios muy importantes, que utilizados adecuadamente reducirían la necesidad de préstamos externos. Pero si esos recursos que se generan en nuestro propio aparato productivo, son fugados del circuito y van a parar al exterior, se genera una carencia constante del dinero necesario para avanzar en el progreso del país. A su vez el endeudamiento externo genera, como lo estamos viviendo ahora, situaciones de incertidumbre e inestabilidad, que dan pie a la justificación de la fuga de capitales.


- En el libro hay un rastreo del destino del último y megapréstamo del FMI durante el macrismo cuyo capital parece haber terminado en el exterior…

-Utilizando los registros públicos es fácil analizar cómo y cuándo entraron los dólares del FMI, y cómo y cuándo se fueron yendo por las compras que realizó el sector privado. Afinando un poco más la mirada, se puede distinguir entre las compras de dólares que hacen miles de pequeños actores económicos, con fines a ahorro o turismo, de las grandes compras que hicieron los enormes fondos de inversión del exterior, que vinieron desde el comienzo de la gestión de Macri a aprovechar las muy altas tasas de interés que se les ofrecían.

Cuando cambiaron las condiciones internacionales, y decidieron retirarse de nuestra economía a comienzos de 2018, el Estado no disponía de dólares suficientes para que pudieran comprar masivamente, y se acudió al préstamo del FMI para que suministrara los dólares para que estos grandes fondos, amigos del oficialismo, pudieran salir de nuestro país.


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